Creada por Michael Straczynski y las hermanas Lilly y Lana Wachowski,
la segunda temporada estuvo dirigida por Lana Wachowski y tuvo un total de 10 episodios (a estos hay que sumar el especial de navidad estrenado en diciembre, que tuvo dos horas de duración).
En esta temporada conocemos en mayor profundidad a todos los personajes. Lo hicimos con Will (Brian J. Smith) y Riley (Tuppence Middleton) en la primera temporada de manera más amplia, pero personajes como Lito (Miguel Ángel Silvestre) tuvieron una trama que me resultó de menor peso, aunque sus momentos cómicos fueron fantásticos. En esta temporada conocemos mejor la historia de Lito, quien es testigo de cómo su sueño se desmorona tras filtrarse en la prensa su homosexualidad. Los papeles como estrella de cine desaparecen y con ello comienzan a aflorar sentimientos sobre cómo afrontar su nueva situación. El amor de su pareja, su amiga y su familia será esencial.
La trama de Sun (Bae Doona) continúa en la misma localización en la que terminó la primera temporada. Es un personaje muy interesante pero que no tuvo gran peso, salvo en escenas puntuales. En esta ocasión su historia tiene mayor relevancia, he iremos avanzando con ella en la búsqueda de su particular venganza.
No conseguí conectar con Capheus (Toby Onwumere), y no fue debido al cambio de actor (en la primera temporada fue Aml Ameen, quien abandonó el proyecto durante las grabaciones de esta temporada en circunstancias un tanto polémicas) sino en su guión, y es que este alzamiento repentino del personaje no ha terminado de convencerme. El actor sin embargo me ha encantado, y es que aunque al principio llama la atención el cambio, ha conseguido conectar con la esencia de Capheus. Esperanza para su pueblo, el buen rollo que siempre ofrece, ojalá en el futuro podamos descubrir cómo finaliza su historia.
A Wolfgang (Max Riemelt) y Kala (Tina Desai) les conocimos en mayor profundidad en su primera temporada, en esta ocasión continúan avanzando como dúo. Muy interesantes los miedos de Kala ante las relaciones y cómo va definiéndose su historia.
Mientras tanto, Will y Riley permanecen ocultos, para evitar que Whispers (Terrence Mann) descubra donde se encuentra Will o vea encuentros con los otros sensates y descubra quienes son. Lo maravilloso de esta temporada es la conexión que existe entre los ocho. Si en los primeros episodios los momentos donde sentían a otro sensate eran mínimos y les resultaban situaciones confusas, en esta ocasión pasan más tiempo conectados que solos. Están unidos en sus mejores y sus peores momentos.
La novedad es que conocemos a más clanes. Por un lado a través de Wolfgang, quien conoce de manera fortuita (o eso parece) a una sensate que terminará siendo más peligrosa de lo que él imaginaba; también Riley conocerá a varios sensates de otro clan. Además, conoceremos al primer clan de Angelica y se mostrarán muchas pistas de lo que sucedió con todos ellos.
El clan está más unido que nunca, y ello hace que sus tramas personales avancen, pero también la trama central sobre quién está tras ellos. Los personajes secundarios son fantásticos, pues nos permiten conocer a los protagonistas sin ningún tipo de máscara. He disfrutado de cada secuencia donde la carga de sentimientos y de libertad eran abrumadoras.
La temporada finaliza con un final de infarto. Quedan muchas cuestiones por resolverse, y todos los seguidores de la serie esperábamos su renovación, que imaginábamos no tendría lugar muy rápido debido al alto coste del proyecto. Sin embargo, recientemente se anunció su cancelación. Espero que haya una manera de salvar la serie, y conseguir una tercera temporada que cierre esta magnífica historia. Y es que es difícil encontrar una ficción con una temática similar, en esta época donde todo son noticias de odio, guerras, racismo, atentados, xenofobia... Sense8 era un soplo de aire fresco.
