Luego, al cabo de una semana, Caris se casaría con Merthin.
Seguía abrigando cierto recelo. La idea de perder su independencia y convertirse en propiedad de otra persona no dejaba de aterrorizarla, a pesar de que sabía que Merthin no era el tipo de hombre que aprovecharía las circunstancias para maltratar a su esposa. En las raras ocasiones en que había confiado sus cuitas a otra persona, a Gwenda, por ejemplo, o a Mattie Wise, le habían dicho que pensaba igual que un hombre. Sea como fuese, la cuestión es que así era como se sentía.
Sin embargo, la idea de perderlo se le antojaba aún más funesta. ¿Qué le quedaría, aparte del negocio de fabricación de paños que no la motivaba en absoluto? Cuando por último Merthin comunicó su intención de marcharse de la ciudad, el futuro le pareció de pronto vacío y se dio cuenta de que sólo existía una cosa peor que casarse con él: no hacerlo.
Seguía abrigando cierto recelo. La idea de perder su independencia y convertirse en propiedad de otra persona no dejaba de aterrorizarla, a pesar de que sabía que Merthin no era el tipo de hombre que aprovecharía las circunstancias para maltratar a su esposa. En las raras ocasiones en que había confiado sus cuitas a otra persona, a Gwenda, por ejemplo, o a Mattie Wise, le habían dicho que pensaba igual que un hombre. Sea como fuese, la cuestión es que así era como se sentía.
Sin embargo, la idea de perderlo se le antojaba aún más funesta. ¿Qué le quedaría, aparte del negocio de fabricación de paños que no la motivaba en absoluto? Cuando por último Merthin comunicó su intención de marcharse de la ciudad, el futuro le pareció de pronto vacío y se dio cuenta de que sólo existía una cosa peor que casarse con él: no hacerlo.