Arañas de Marte

Arañas de Marte
Guillem López
Valdemar  |  El Club Diógenes
Tapa dura
246 páginas  | 2017

La polilla en la casa del humo fue una de mis mejores lecturas de 2016, así que cuando Valdemar anunció la publicación de una nueva novela de Guillem López entré en un estado de hype profundo.  Es una historia que me ha tenido meditando durante días tras llegar a su desenlace, y eso realmente lo aprecio muchísimo por todo lo que me ha aportado.




Hanne y Arnau perdieron a su hijo hace un año, después de no superar un cáncer que terminó con su vida a la edad de siete años. Con motivo del primer aniversario de la muerte del pequeño, y siguiendo las recomendaciones del psicólogo, el matrimonio organiza una reunión con familiares y amigos en su vivienda.  Hanne es quien da muestras de estar más golpeada por la muerte de Joan, manteniéndose en un estado depresivo que no le deja continuar con su vida. Arnau entiende este dolor y apoya a su mujer en el duro proceso. 

Durante la reunión, Arnau pierde de vista a Hanne, y al no encontrarla en ninguna sala y no obtener respuestas cuando la nombra y grita su nombre, Arnau comienza a pensar que ha sido una pésima idea reunir a sus allegados en un día tan señalado, y comienza a temer que Hanne haya tomado una decisión drástica. Finalmente la encuentra en el baño, desmayada. Hanne ha sufrido un ataque epiléptico, y sus exámenes médicos muestran una peculiaridad en su cerebro.

En los siguientes capítulos, Guillem López va narrando la historia de Hanne, desde el momento en el que conoció a Arnau, pasando por momentos compartidos junto a su hijo, o adentrándose más hacia el pasado cuando era una adolescente.  Este rompecabezas irá tomando forma con el paso de los capítulos, pero en cierto momento descubrimos que todas las piezas no forman parte del mismo puzzle... una sensación confusa donde comienzas a replantearte lo que has leído hasta ese momento y si todo lo que cuenta la protagonista es real o se trata de algo más.




La trama adquiere tintes cada vez más oscuros. Descripciones llenas de horror que hacen que nuestra mente se llene de imágenes espeluznantes y perturbadoras (el capítulo en el que Hanne se somete a pruebas con un nuevo doctor es maravilloso). Pero al final nos queda el dolor. El dolor inmenso que como seres vivos sufrimos a lo largo de nuestra vida por diversas cuestiones. Las relaciones y la fuerza de los lazos que nos unen a nuestros seres queridos.

Una historia repleta de subtramas de gran interés, que surgen casi sin darnos cuenta y poco a poco nos van atrapando. Cuando terminé el libro sentía que aunque me había gustado, no había sido una historia que me marcara tanto como la del anterior libro del autor, Sin embargo con el paso de los días, cada uno de los capítulos, historias, conversaciones, personajes, etc. iban encajando de manera que sólo me queda admirar una vez más su obra.



Escribiría sobre la relación entre Hanne y Arnau, sobre elementos de ciencia ficción, el lugar temporal en el que se desarrolla la historia, e incluso del mismo título del libro. Prefiero que descubráis todo esto tal y como yo lo hice: disfrutando con la lectura de la novela.

Invitado  Celsius 232 - 2017

Guillem López (Castelló, España) escritor de las novelas La guerra por el norte, Dueños del destino, Challenger, y La polilla en la casa del humo. Con Challenger consiguió el premio Kelvin 505 a la mejor novela de 2015, y el Ignotus de la AEFCFT, además de ser galardonado ese mismo año (2016) con el Spirit of Dedication en la categoría de mejor autor durante la Eurocon celebrada en Barcelona.   La polilla en la casa del humo ha sido nominada al premio Celsius, el Kelvin 505 y el Ignotus.

La polilla en la casa del humo

La polilla en la casa del humo 
Guillem López 
Aristas Martínez
172 páginas  | 2016

Bienvenidos al pozo, una caverna insondable con mil galerías y túneles, fortalezas pétreas cerca de la superficie y barrios profundos de nichos cavados en la roca. Este es el escenario, brutal y despiadado, en el que habita Veintiuno, un joven que pasa las horas envuelto en una nube de bok en la casa del humo, desde donde interpreta sus posibles destinos: entregar su cuerpo al dios de la mecánica y ser útil en una excavación sin fin, convertirse en un paria o, finalmente, ascender a través de los bajos fondos, pero deberá pagar un alto precio por medrar. 

Esta novela ha sido mi primer acercamiento al escritor, y no podía haber sido mejor. El libro es de sobresaliente, y por este motivo aquí me encuentro, intentando encontrar las palabras adecuadas para hablaros de esta pequeña joya.

Descubrí a Guillem López hace aproximadamente un año, a través de Alexander Páez, autor de Donde acaba el infinito, quien publicó una reseña de Challenger. Y aunque todos hablaban maravillas del libro y su autor, no ha sido hasta el pasado festival Celsius en el que, después de su presentación, tomé la firme decisión de ponerme con urgencia a leerle. 

Este es el trato. Yo contaré mi historia, la de verdad, y vosotros la escucharéis os guste o no, porque hablaré de drogatas y marginados, de sexo, violencia y muerte. Seguro que sabéis a qué me refiero. Ese impulso tan jodido cuando te dicen: no mires abajo, pero lo haces, miras y cuando sientes el vértigo ya es demasiado tarde. Así son las cosas.

Con estas palabras Veintiuno da comienzo a su historia. Como buen narrador y sincerándose con los lectores, es eso precisamente lo que hace, contar la historia según su punto de vista y dando solo la información que a él le interesa dar, y por supuesto, como a él le interesa contar.  Porque cada uno cuenta su historia como quiere.

Fiel a su palabra, en esta historia hay drogas, sexo, violencia y muerte. Y miré abajo. Y no sólo miré, sino que quedé hechizada con sus palabras y fui introduciéndome poco a poco en el pozo, hasta sentirse parte de él. Sentí la miseria.


La historia del protagonista es perfecta gracias a su narración en primera persona. La guinda al pastel viene de la mano de sus monólogos internos cuando necesita desarrollar alguna idea.  Pero a esto hay que añadirle la atmósfera en la que se desarrolla la trama.

Hay muchas preguntas sin respuesta aquí abajo. Es fácil caer en sus trampas, porque una vez comienzas a pensar demasiado, te cargas las especulaciones y acabas en otra parte; hurgas adentro de la misma forma en que los mineros excavan la roca. Y ¿Qué encuentras?: otra pregunta y la culpa.

Por algún motivo que desconocemos (¿O no hay motivo?) la humanidad comenzó a excavar bajo tierra, a hacer galerías y galerías... de manera que en la actualidad gran parte de la población vive bajo tierra, en los Túneles. La mayoría de los habitantes tienen una vida miserable, trabajando desde jóvenes como mineros, continuando esa excavación sin fin. Cuando alcanzan una edad más adulta, sus cuerpos son modificados, sustituyendo sus miembros por implantes de metal, de manera que puedan continuar con el duro trabajo.

Desde las primeras páginas, y conociendo muy poco sobre el mundo que habitaba el protagonista, visualicé un lugar similar al de Mad Max: Fury Road, los War Rig e Inmortan Joe. Repugnante.

En un ambiente como este, los mediocres se conforman mientras los soñadores intentan escapar. Reunir dinero y subir a la superficie o adentrarse en una casa de humo para drogarse con bok y olvidar su miseria.




Guillem López ofrece una novela plagada de crudeza. Los personajes son desagradables, por sus actos y su manera de pensar llena de egoísmo. Pero quién no sería así en un lugar como éste. Con su escritura consigue que no podamos soltar el libro hasta terminar de leerlo, aunque lo que estemos leyendo nos de asco y nos horrorice.


Y el desenlace. No puedo deciros nada sobre él, salvo que os va a encantar. Como toda la novela. Aún no sé que hacéis leyendo esta reseña (que he tardado semanas en publicar debido a la ruptura de esquemas que sufrí con ella) en lugar de correr a vuestra librería/biblioteca más cercana y ¡comenzar a devorarlo!