En 2016 seleccioné seis títulos para mi #LeoAutoras celebrado en octubre, de los que finalmente solo conseguí leer cuatro. Este verano comencé la lectura de «La mirada extraña» de Felicidad Martínez, y tras anunciarse una nueva edición del #LeoAutoras continué la lectura de esta novela, la última sin leer de mi lista. Por supuesto, he leído autoras durante todo el año (Robin Hobb, Gabriella Campbell, Lola Robles, Alyssa Wong, Laura Fernández, Nina Allan, Lucy A. Snyder, Elia Barceló, Leigh Bardugo, Ann Leckie...), pero entre novedades, invitadas al festival Celsius 232 a las que quería leer previamente a asistir a sus presentaciones, etc. no había encontrado el momento para leer a Sarah Pinborough.
Es una novela difícil de catalogar dentro de un género literario. Ciencia ficción, terror, juvenil... tenemos múltiples elementos y prefiero no entrar en ese debate, quedándome con las sensaciones que me ha producido su lectura.
La casa de la Muerte, como sus habitantes la llaman, acoge a niños y niñas de diversas edades con una peculiaridad común: son defectuosos. Divididos en habitaciones en pequeños grupos, el tiempo pasa entre juegos, mucho miedo y las apuestan que realizan entre ellos para ver qué habitación es la que perderá al siguiente miembro. La hora de la comida se ha convertido en un momento para observar detenidamente a quienes se sientan a la mesa. ¿Ha estornudado ese niño?, ¿no deja un olor nauseabundo a su paso?, ¿se mantiene firme mientras anda o su paso en renqueante? Observan cada cambio, pues podrían tratarse de los primeros síntomas y cuando estos aparecen el defectuoso es llevado al sanatorio, de donde no regresa jamás.
Tobías es el protagonista de la historia. Con él descubrimos el funcionamiento de la casa tanto de día como de noche. Aburrido del día a día, donde nunca tiene tiempo para sí mismo, Toby decidió dejar de consumir las píldoras que las enfermeras les administran a la hora de dormir, de manera que mientras todos duermen, el tiempo la casa para sí solo. Hasta que llegan nuevos afectados y conoce a Clara, quien también evita tomar las píldoras. Entre ellos surge una fuerte amistad y se enciende la chispa para luchar por su salvación.
Desconocemos el futuro en el que se desarrolla la historia. Sabemos que por algún motivo hay portadores (menores) de este virus y que son enviados a la isla donde se encuentra la casa. La autora describe con gran acierto el temor con el que viven todos los personajes. El sanatorio se convierte en su particular infierno, y la casa es solo el lugar donde se encuentran de paso. Incluso el hecho de no existir síntomas fijos provoca en ellos pavor, pues tienen que enfrentarse a la posibilidad de estar a un paso de la muerte con cada cambio que observan en su cuerpo.
En este ambiente, las escenas donde los personajes se divierten jugando o disfrutando del entorno son esenciales. También lo es la trama romántica que crece progresivamente entre Toby y Clara y que desencadena los hechos narrados en la novela. Sin embargo, la autora nos golpea con la crudeza del lugar, y los momentos alegres dan paso a los momentos más tristes e impactantes.
El desenlace no responde a muchas cuestiones que me surgieron mientras leía la historia. ¿Cómo se transmite el virus? ¿Por qué están enfermos? Si es que alguna vez lo han estado antes de ser internados. ¿Quién ha creado la casa y quién decide qué niños y niñas deben ser internados? Las enfermeras, profesores y supervisora continúan siendo personajes desconocidos y esto junto a los pocos datos existentes sobre lo que sucede en la casa, han sido uno de los aspectos que más inquietud me han provocado.
En este ambiente, las escenas donde los personajes se divierten jugando o disfrutando del entorno son esenciales. También lo es la trama romántica que crece progresivamente entre Toby y Clara y que desencadena los hechos narrados en la novela. Sin embargo, la autora nos golpea con la crudeza del lugar, y los momentos alegres dan paso a los momentos más tristes e impactantes.
El desenlace no responde a muchas cuestiones que me surgieron mientras leía la historia. ¿Cómo se transmite el virus? ¿Por qué están enfermos? Si es que alguna vez lo han estado antes de ser internados. ¿Quién ha creado la casa y quién decide qué niños y niñas deben ser internados? Las enfermeras, profesores y supervisora continúan siendo personajes desconocidos y esto junto a los pocos datos existentes sobre lo que sucede en la casa, han sido uno de los aspectos que más inquietud me han provocado.
FICHA TÉCNICA:
Sarah Pinborough (Traducción de Francisco Muñoz de Bustillo)
Alianza Editorial | Colección Runas
Rústica con solapas | Ebook
248 páginas | 2015
Un rutinario análisis de sangre trastocó por completo la vida de Toby. Apartado de su familia, vive ahora en la Casa de la Muerte con otros jóvenes bajo la atenta mirada de la supervisora y su equipo de enfermeras. Esperan la aparición de los primeros síntomas de la enfermedad. Cualquier signo de que algo ha cambiado en ellos. entonces es el momento de llevarlos al sanatorio. Nadie vuelve del sanatorio. Toby pasa los días absorto en sus recuerdos y preguntándose cuánto tiempo le queda. Hasta que llega alguien que rompe esa frágil calma y hace que todo cambie.
VALORACIÓN:
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