Pero aunque sea como decís, no debéis pasar por alto que el perdón, muchas veces, tiene efectos similares a los de arrancar los clavos fijados en una puerta. Los trozos de metal se quitan ciertamente, pero las huellas... Ah, las huellas persisten en la madera. Cada agujero, cada grieta, cada arañazo que haya podido causar las puntas afiladas persistirán hasta el fin de los tiempos.
La Noche de la Tempestad
César Vidal
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