Amelia, asustada en medio de la noche, ve luces a lo lejos, y decide pedir auxilio adentrándose en un viejo caserón. Allí será recibida por misteriosos personajes que recomendarán a la joven huir cuanto antes del lugar para salvar tanto su cuerpo como su alma.
Neil Gaiman juega con la narración en este cuento. En un primer momento se centra en la historia de terror gótico protagonizado por Amelia, para luego dar paso al narrador, el autor que se encuentra cansado de recrear una y otra vez las mismas historias del género. Es este autor el verdadero protagonista de esta historia, es él quien decide el sino de Amelia, su ficticia protagonista. Cansado de escribir una y otra vez las mismas situaciones, sigue el consejo de un personaje que le invita a explorar el género de la fantasía, huyendo del terror y los clichés en los que ha caído con el paso del tiempo.
Es aquí donde Gaiman da un nuevo giro a la situación, cuando descubrimos cómo es el relato de género fantástico que el autor comienza a escribir. En esta ocasión Amelia es una joven con una vida muy distinta a la que llegó asustada al caserón, pero continúa atrapada en una historia donde ella es en realidad la sierva y donde su rostro se ha vuelto invisible por quien se encuentra junto a ella.
No es uno de sus mejores relatos, de hecho, no recordaba haber leído la historia cuando hace unos años disfruté de la lectura de Objetos frágiles (si recuerdo otros relatos como «Corazón de Arlequín» o «El día de los platillos volantes»). Pero transmite esa atmósfera que nos traslada a un universo donde los fantasmas y los cuervos parlantes son reales. Y esto se debe al gran trabajo realizado por Shane Oakley, con unas ilustraciones (sobre todo en la parte en la que el autor atormentado escribe terror) impresionantes y que nos sumergen en la ambientación gótica de manera sobresaliente.
La sátira está presente en esta historia, desde el título hasta los diálogos que el autor mantiene antes de decidirse a escribir otro género. En la actualidad sabemos que hay quien hace diferencia entre géneros de alta y baja literatura, y en este relato el atormentado autor no podía ser menos. La historia final me dejó pensando en la escena... por su triste realismo.
En el cómic se incluyen varios bocetos de los personajes creados por Shane Oakley para la historia, y cuales fueron sus influencias a la hora de ilustrarlos. Además de varias ilustraciones de escenas que finalmente fueron eliminadas.
Una historia entretenida que se lee muy rápido, donde he disfrutado de las grandes ilustraciones de Oakley, pero que no ha supuesto para mí una de las obras imprescindibles de Gaiman.
Neil Gaiman y Shane Oakley (Traducción de José Torralba)
Planeta Cómic
Tapa dura | Ebook
48 páginas | 2018
El autor desea abundar en el realismo respetable: historias sobre frágiles mujeres en níveos camisones, ruidos misteriosos en plena noche, y muertos que se alzan para cobrar viejas deudas. Sin embargo, se ve constantemente interrumpido por quebrantos tan cotidianos como cuervos parlantes, duelos a muerte o un siniestro mayordomo.